domingo, 16 de enero de 2011

Toril le cambia el traje de enfermo al Castilla


Pocas veces se había notado la mano de un entrenador en tan poco tiempo. Lo de Alberto Toril en el Castilla ha sido de llegar y besar el santo. Sin embargo, lo de este jovencísimo entrenador (sólo 37 años a sus espaldas) era algo que se podía vislumbrar por su trayectoria en la cantera del Real Madrid. 

Hoy el Castilla le ha ganado 5-0 al Universidad de Las Palmas, uno de los gallitos de la categoría. Sarabia (2), Morata, Juanfran y Joselu fueron los autores de los goles. Pese a lo abultado del resultado, lo que más ha destacado, por encima de los goles, ha sido la fluidez del juego del equipo blanco. Lo que con Menéndez eran pelotazos, juego plano, islotes arriba en forma de delantero a lo soldado Ryan, se ha convertido en unos días en un juego asociativo, con la posesión del balón como primer mandamiento y una idea fija: mejor marcar dos que uno. Y mejor tres que cuatro. Así es Toril y así empieza a mostrarse su Madrid.

Lo dije hace unos meses y lo repetiré ahora: en el Castilla no puede haber jugadores de 23 ó 24 años. Eso es un atraso para el club y para la formación del propio jugador. Por eso, aplaudo a Toril porque ha puesto a Álex Fernández (después de que Menéndez le hubiera enterrado), Sarabia (que empezó como suplente con Menéndez), Morata (al que le ficharon a Joselu y se lo ha comido con patatas), Carvajal (se habla menos de él pero tiene un Marcelo dentro de su cuerpo) y ha tenido las narices de convocar a Jesé Rodríguez y darle minutos (no me extrañaría que en algunas semanas/meses fuera titular en este equipo). 

Por cierto, Álvaro Morata ha vuelto a marcar un golazo después del conseguido ante el Coruxo la pasada semana. En un arranque de fuerza y verticalidad, el de Mirasierra llevaba tatuado en el borceguí un mensaje para Mourinho: “tengo sitio en el primer equipo”, pareció decir. Si el portugués quiere motivarle lo que tiene que hacer es convocarle más veces con el primer equipo y tirarle menos chinitas con el micrófono. Y olvidarse de Rodrigo y Szalai, claro. Sólo faltaba.

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